Cuando viví la vida Old Money (y vuelvo y volveré cuando pueda)
Bucólicamente, todo enpezó cuando me apunté al gimnasio de afuera de la ciudad, y disfrutaba especialmente fines de semana durante más de 2 horas. Afortunadamente, trabajando aunque solo media jornada en una clínica dental céntrica, podía disfrutar entre semana de los centros ciudadanos, especialmente el femenino, con spa de sauna, baño turco y jacuzzi tras el spinning la mayor parte del tiempo sola, aunque en aquellos tiempos no había posibilidad de hacer fotos. Habiendo compartido la oferta con un policía, seguí en el club hasta el fin de ella. Piscina, clases, diversión y algunas compañeras interesantes, aparte de los policías, fueron interesantes, aunque nunca encontré el amor y me podía centrar en hacer de "la gorda" en el agua con mi biquini azul y lila de Pimkie, marca francesa, hoy eliminada de la ciudad sin ser de mi gusto. Ya había empezado en el segundo año del máster universitario, cuando volví a vestir elegante y bien, tomar café y té con amigas, y realizar nuevos cursos no sólo enfocados en sexualidad, sino turismo y atención al cliente. Después, tuve que cambiar a gimnasios más económicos pero que afortunadamente en algunos se mantenía la alta clase y estatus, y siempre encontré personas con quién hablar, especialmente, mujeres amistosas, como en otro anteriores.
Como fueron años sin pareja, comidas familiares en restaurantes, delicatessen, galletas, caminatas, películas, ordenador y gatos nunca faltaron. Al hacer continuamente muchos cursos, casi nunca leía libros de lectura con asiduidad si no eran de mi gusto (especialmente romántico erótico, y de salud/ "psicología" popular) algo que he retomado con los retos de 100 libros en un año, cuyo segundo estoy finalizando en semanas.
Innové con alguna cabalgata en caballo, excursiones por trabajo que repetí en tiempo libre, yoga, fitball, stretching, pilates, paseos por naturaleza y mejora notable en Inglés, llegando a B2 aunque siempre aprendiendo y puliendo. Aún no he aprendido a cocinar tal como debería o me gustaría hacer, pero no es un trauma ni me siento obligada ya que con lo que me guiso estoy mejor que mucha gente que come más que yo y más variado ( y yo a veces ceno dec 4 croquetas de Mercadona, un vaso de caldo y duermo perfectamente). Cambié de hábitos alimenticios, dieta quizás monótonas y no tan variadas, pero bien.
Ahorré y visité París. Compré bragas y sigo usando minifaldas, botas incluso blancas, y vestidos estrechos que nunca pensé que luciría y adoro, llevo a reparar a la sastrería y me fui a la ópera sola, en palco, vestida de dorado. Tomó tés sin galletas y me desintoxico respirando cuando paseo por la playa. Una vez me llevaron en autos variados como a Bridget Jones, pero nunca perdí pañuelos ni me los puse, ya que iba vestida más como la mendiga del ballet y no con los shorts de Mango que me pongo con tacones o botas y medias gruesas. Compro productos de belleza económicos pero que no perjudiquen, y no descarto una vida romántica familiar de este estilo cuando aparezca el amor futuro marido pareja definitiva. Paseé por los jardines de Valldemossa como si nunca hubiese ido, y me entrevistaron en embarcaderos de clubs privados de yates de lujo.
Hoy planteo la posibilidad de seguir en este estilo yendo más a la ópera, probar clases de tenis si surge la oportunidad aunque nunca me haya gustado aparte de volver a otros deportes, pasar un fin de semana en un hotel al lado del mar en temporada baja, volver a bailar al lado de una chimenea alguna canción de swing o jazz, navegar en barco, hacer puenting, seguir adaptando la casa a mi gusto clásico y elegante, y seguir con todo, aunque a veces me disfrace tanto laboral como para mantener un estatus, y el tema laboral me sea demasiado injusto y variable, algo que nunca esperé siendo cumplidora, trabajadora, adaptable y estudiosa.
Y, desde 2009, pago todas las facturas de mis trabajos legales computados en mi vida laboral, y nada en negro, aunque regalos de mis padres lo hayan podido parecer.
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