Cuando trabajé en Moda exclusiva femenina de calidad


 Aunque tengo varias experiencias, siempre recordaré feliz y agradecida el haber podido trabajar en una buena época en una tienda de moda italiana, cuyos vaqueros son perfectos: Liu·Jo. Nacida en 1955, siempre ha destacado no sólo por los jeans, sino por la calidad, duración, clase, atemporalidad y belleza de sus productos. Ropa y complementos hacían de una lugar pequeño y maravilloso en el que daba gusto trabajar (en mi caso, siempre he preferido la estabilidad de un pequeño establecimiento que una inmensidad en la que trabajar es desagradable, agobiante y además, suele ser desagradecido) y cada día que entraba, era feliz.

Aprender a colocar, vender a todo tipo de personas, guardar la imagen y pulcritud de la marca, adaptarse al equipo sólo de chicas, cumplir las tareas, alcanzar juntas un objetivo y además, recibir detalles, obsequios, gratitud y un buen sueldo además de una felicidad diaria, fueron momentos adorados.




Clientes fijos, clientes puntuales, turistas, instragrammers, modelos, feminismo, anécdotas, limpieza constante, cena de empresa, rebajas, San Valentín romántico, días exclusivos de fiesta para las socias, precios especiales, exclusividad, música agradable, cámaras, descuentos constantes, champagne autorizado (en  días de fiesta, limpiando y arreglando la tienda y atendiendo)... No me importaba nada que vieran que limpiaba la entrada en la calle, los cristales, que había que quedarse unos minutos más para hacer caja y dejarlo todo colocado a las compañeras del día siguiente, hacer horarios diferentes cada día, doblar y colocar, preguntar cómo etiquetar, estar sola algunos momentos, planchar...

Siempre lo recordaré como la mejor anécdota laboral, poco tiempo, ya que siempre quise quedarme, para poner guapa a esas chicas y mujeres que entraban en la tienda, ver cómo había hombres que compraban cosas a sus mujeres y no siempre era prostitución, a mujeres liberales disfrutar con la ropa, al decorador creando su obra... en un lugar en al que todas nos encontrábamos bellas y queridas, aceptadas y amadas de alguna forma, con algún drama innecesario, pero que siempre se resolvía. Pero a los 6 meses como dice la canción todo acabó, y, aunque tenía fe, no era suficiente para seguir.

Y, durante ese tiempo que estuve, hasta fantaseé con la idea de ser yo la staff, la modelo y hasta la estrella de Hollywood, mientras otros cambiaban su buena vida de lujos  por los excesos de las drogas.

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