La casa de campo (que ya no es de la familia)

Ya no tengo casita de campo. Nunca fue mía, ni fui tanto, ni se podía dormir allí y hasta aparecieron aparte dr atañas serpientes... pero a veces, se añora.

Está claro que no iba a ser agricultora. Y que no encajo con agricultores, como maridos, ni obreros, con lo cual, no iba a haber futuro, aunque tiene mérito que mi padre sí aprendiera a cultivar, como le enseñó mi abuelo, y que incluso, superó en número de árboles plantados.


Recuerdo ir con mi abuelo, abuela, pasar mañanas, tardes, correr por el campo, coger flores, ir con cuidado con los cactus, dormir y leer en una hamaca, tener ropa antigua con la que disfrazar, incluida una chaqueta de deporte que acabé usando en el colegio. Una mini colección de cuentos antiguos con mucho mensaje (incluidos los 101 cuentos con el mirlo blanco), mucho polvo, mini cocina, la placa de Santa Catalina en la pared, los días con Carmen, los paseos, el árbol con el cofre rosa con recuerdos del colegio (el colgante del corazón, las cartas, y ya no recuerdo más)..
    
"Son Vent". La caseta. El aire puro. El pueblo al que nunca quería ir (es más, como que ni me interesa vivir en pueblo, Calvià me lo planteé, si no tuviera que bajar más que puntualmente a Palma...), los escalopes caseros, el cementerio que siempre da miedo de noche, el bar con la piscina que ahora debe ser el club VIP... Pero los recuerdos, las risas, los disfrutes y al menos algunas fotos estarán allí.

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