Cuando trabajé en Hotelbeds

Entré a trabajar dejando un CV a una ex amiga, y haciendo doble entrevista. Las valoraciones tanto de rrhh como de mi posible jefa eran imprescindibles, y, afortunadamente, las superé.

Antes, tuve que elegir entre un trabajo de oficina pero 5 días seguidos y otro del sector social, 3 días en fin de semana y festivos en horarios nocturnos, más reuniones fuera de horario sin remunerar, por el mismo sueldo con más responsabilidades. Y como a otras les pagaban más por lo mismo y a mí ni se me hacía la vida dejar de nuevo de dormir ni llevar faldas e ir al cine el domingo (antes podía), elegí la oficina.

Mucho más trabajo de lo esperado, muchos dolores de espalda y kilos de más, sedentarismo abusivo en un breve tiempo (luego volví a hacer ejercicio en casa y en gimnasio), bullying acerca de mí pelo y mi no belleza, compañeras nuevas, descanso con fumadoras, horario de comer como en el colegio, cambio de edificios, jornadas más largas pero igual los fines de semana, 3 cambios de equipo ascendiendo cada vez de posición y sueldo, ruptura de amistades y acercamiento con personas con las que me sentía más cómoda y feliz a la vez que trabajaba, cambios de peinados y looks, y también un enamoramiento inesperado a saber si correspondido (aún sueño con él, pero se casó y tiene hijos y claro...), transporte de la empresa, muchos baños, nevera y microondas limpios, parkings, buses rosas, música de la buena (la del corral incluida), horas extras, pluses, bonos, días sin internet con sobres...

Hasta que un día, aparte del bullying del pelo lacio y que si no era tan guapa como en otras empresas posteriores (hasta tuve un ataque yo creo que hormonal por tomar una pastilla anticonceptiva de dosis elevada en la que yo misma me corté el pelo cansada de los comentarios inadecuados), aún habiendo trabajado y dado más de lo esperado, el comentario recibido acerca del aumento de IRPF de que tenía que tener hijos para que me lo bajasen fue muy feo e inapropiado, las malas formas con nuevos jefes que ejecutaban un sistema de dar miedo y rumores de despidos (y hechos reales posteriormente...) constantes ante un grupo de muchos del sector cumplidores no era tan factible ni gratificante, y todo cambió, hasta barajar posteriormente la posible salida a otra empresa, algo que, para bien o mal, acabó siendo la realidad.

Pero aún a día de hoy, y tras mucha más experiencia, yo sí volvería al edificio negro con ordenadores, ascensores, baños y calefacción donde se podía usar tacones en la oficina.

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