Cuando trabajé en Primor con 40-41 años


En momentos de desesperación laboral y económica, no importa los estudios y experiencias que tengas, a veces cae del cielo algún trabajo que te gusta más que lo que esperabas. Como en Liu Jo, empecé sin esperarlo pero feliz de haber sido admitida, está vez, tras varias promociones en algunos centros, y en un lugar cerca de casa.

Duro, a veces repetitivo y en algunas ocasiones con retroalimentaciones negativas por parte de compañeros a quienes se les consentía mucho y más (algunas siguen trabajando), como el molestar, no hacer, tratar mal verbalmente e incluso alegaciones racistas invitando a irse a Alemania, fui feliz aunque hubiese algún momento largo de monotonía sinnclientes ni compañero/as haciendo mas funciones que los demás (doble vigilancia, limpieza además de etiquetar, conocer, colocar, clasificar, etc), así como en momentos "ilegales", como no dejarme ir al baño o hacer como toca en necesidad, hacer bromas con mercancías químicas que se pueden caer, romper y dañar tanto a personas como al establecimiento, o encontrarme con más hurtos y ser "culpada" como si dependiese de mí. Y ver cómo no a todo el mundo le gusta ver esas modelos de las fotos, de los productos, y cómo se creen ser bellas por estar en tiendas así, cuando no es siempre así.

Si bien hubo por mi parte una rápida actividad, adaptación y ganas de trabajar y permanencia, no pudo ser, y acabé llorando y rechazando el "amigo invisible" de personas que, aunque parecían compañeras, sólo querian enseñar que ellas eran más por ser modelos de book, salir en la televisión y tener mejor economía, aparte de apoyo social y familiar. También fui la "castigada" siendo excluida de grupos cuando los intolerantes discutían, y también a la que hacían trabajar más en operaciones más sucias mientras a otras no las reñían por no limpiar o colocar mal los productos. Aparte, la discriminación racista de ser mallorquina, ya que no toleraban el Catalán... Y el sueldo más bajo por 40 horas...

Pero me quedo con lo bueno: haberme puesto en forma y llegar a los 47 kgs sanamente, ser feliz en parafarmacia, las buenas charlas, las bromas, los bailes, los buenos clientes, ayudarnos, embellecer, estudiar,el descubrimiento de diferentes marcas, las mascarillas, probar productos varios (geles, cepillos, pintalabios, etc), los puzzles de colocación, las cajas, y hasta la limpieza, una vez adaptada. Y que, pese a todo, era feliz allí.

Y aún así, volvería. 

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