Bares y pubs

Recuerdo que antes los bares eran más limpios y bonitos. Algunos siguen siendo así, como Can Joan de s' Aigua, Saratoga, Más Natural (es restaurante pero me ha gustado mucho ir a merendar tarta) y alguno más. 

No soy de ir de bares, aunque tuviese una época en los años de instituto de salir a bailar en pubs adecuados y variados (otra cosa es que después hubiese decadencia...) y a lugares a tomar zumos de fruta con leche que no tenían el mismo efecto détox que hoy, a hablar de las anécdotas del día y de asuntos de corazón, algo que era más entretenido que lo que está ocurriendo hoy, aburrido, insano, castigador y feo.


En algunos sitios en los que he ido, de conversación, risa y bienestar, también se puede disfrutar de conciertos, sofás, juegos y bebidas que no están en el supermercado, como algunas infusiones. Helados caseros, citas, conversaciones, coca colas, terrazas, risas, algunas copas de champagne (no hablemos de las litronas del pasado de Túnnel de las que he bebido más alcohol de lo que he hecho en los últimos 20 años), algún daiquiri o Long Island... pasarlo bien, era lo que tocaba. Pero en el momento en que todo es una rutina deprimente, alcoholemia, precios elevados y falta de diversión, respeto y quejas constantes sin solución, relaciones de maltrato, es mejor cambiar el rumbo, y hacer de esas salidas a los bares frecuentes, algo esporádico de lo que disfrutar, como en Francia, donde los bares son auténticos museos aunque sus bebidas fuesen el triple de caras, y donde nunca, jamás, vi falta de glamour.

Pero sí, a veces, hoy en día, voy a algún bar. Por entrevista de trabajo, o alguna vez, a escuchar música o concierto. Depende la ocasión, el sitio, el acontecimiento y también, la compañía.

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